VULNERABILIDAD
Cuando nos abrimos a la vulnerabilidad, conocemos nuestra fuerza, pues permitimos que el corazón se abra y podemos escucharlo. Nos reconocemos como humanos y transitamos ese sendero con humildad. Al abrirnos a los demás de este modo, se genera compasión en ellos, que no pena, pueden tener empatía y hay una conexión real, ya que ellos pueden abrir también su corazón, pues no ven peligro. El corazón abierto solo puede hablar a otro corazón abierto. No hay expectativas, simplemente estás, con el corazón abierto, dejando que la vida entre en ti.
Sin embargo, cuando mostramos nuestra vulnerabilidad culpando a los demás, nos quedamos en posición de víctima, aquí solo podemos dar pena, que viene del ego, haciéndonos débiles nosotros mismos, y los demás así lo sentirán, entonces intentarán ayudar, no desde el apoyo sabiendo que tienes fortaleza suficiente, sino desde el quitarte el poder personal pues creen que no podrás tú, ya que tú tampoco lo crees, no crees en ti. No ves en completitud, no te ves, por lo que no te ven. Tratas de dar pena para recibir ese amor. Y tratas de culpar al esto para enmascararte o no hacerte cargo. Esto solo genera egos a tu alrededor, pues tu corazón sigue cerrado, es un mecanismo de protección para que no duela, que se tape con ese amor que no es verdadero que recibes del resto. Lo haces por recibir algo a cambio y, si no te lo dan, te sientes mal o te enfadas.
Tengamos la valentía y la humildad de abrir el corazón para vivir desde aquí, desde la vulnerabilidad del sentir humano, pues no somos nada sin ese sentir. El sentir viene del corazón y tapar ese sentir es tapar la presencia, es tapar lo que somos, es esconder y anular nuestra esencia, es vivir como zombis sin rumbo.
Permitamos que la vida nos atraviese, sentir, sin esperar nada de nadie, ni de la vida, ni de nosotros mismos. Solo atravesar lo que venga, acogerlo con los brazos abiertos sin huir. Solo vivir.
María Castaño
